Nunca debió ser más que un reto.
Un juego en una fiesta. Un reto. Un solo beso.
Eso es todo lo que se necesitó para poner mi mundo al revés.
Siempre me he clasificado como heterosexual, y por lo que sé, él también.
No pensé que un beso cambiaría eso, pero estaba muy equivocado.
Ahora, no puedo dejar de pensar en él. En todo lo que no debería.
Mi mejor amigo.
Aspen.
Su sabor está marcado en mi memoria, su tacto grabado en mi piel.
Y quiero más.
Esta atracción a fuego lento que siento solo crece con el paso del tiempo.
Por eso empiezo a lanzar nuevos retos.
Más arriesgados, que tocan líneas que nunca creímos que cruzaríamos.
Me estoy jugando nuestra amistad, sabiendo que podría arruinarnos.
Pero hay mucho más en juego.
Como mi corazón.