Sebastian Shallotte está determinado a ser respetable. Se acaba de graduar de la carrera más aburrida de todos los tiempos, contabilidad, y está buscando algo que ponga su habilidad con los números en uso. Quiere una vida tranquila y normal en la periferia con su jardín, su valla blanca y sus 2’5 hijos, y los esqueletos en su armario deben ser enterrados muy, muy profundamente en el fondo de este.
Douglas McAlpern nunca ha tenido una relación que haya durado más de dos o tres meses, pero aunque acepta el hecho de que no tiene madera para ser un compañero romántico, no está dispuesto a rendirse con su sueño de ser papá. Cuando una amiga del alma accede a ser madre subrogada, finalmente es capaz de sostener a su propio hijo entre sus brazos… pero tener un bebé significa que necesita contratar ayuda extra.
Sebastian no puede encontrar trabajo en su especialidad. Douglas no se puede quedar en casa con su hijo.
Parece una combinación perfecta, hasta que Douglas se da cuenta de que Sebastian pone en marcha cada uno de sus sentidos… y el secreto de Sebastian sale a la luz.